jueves, 16 de enero de 2014

Amores que llegan en bicicleta

Marc y Cristina se conocieron en una época en la que Cristina iba a su aire, no quería saber nada de amores. Pero cuando quedó dos veces con él, decidió centrarse un poco.

Ella estaba estudiando la carrera y él ya pilotaba aviones, así que su relación empezó por todo lo alto, una relación de altos vuelos.

Y todo iba tan tan bien que los años iban pasando y Cristina ya estaba a punto de acabar el doctorado. Las cosas entre ellos eran perfectas: Viajaban, tenían tiempo para sus amigos, hacían pequeñas escapadas para ir a cenar a la ciudad de al lado,… Todo era genial.

Cuando se acercaba el cumpleaños de Cristina, ella pidió como regalo una bicicleta. Marc le propuso ir a Barcelona a cenar y le pidió que se arreglara. De camino hacia la cita, ella pensaba que irían a cenar a algún sitio bonito pero al llegar fue aún mejor, Marc había reservado mesa en el restaurante del Hotel W.

Durante la cena, Cristina no sabía qué pensar. Marc se levantó varias veces, una de ellas tardó más de 20 minutos en regresar. Cuando finalmente parecía que se iban a casa, Marc la llevó hasta el ascensor y subieron a una habitación. Entonces Cristina empezó a entenderlo todo y a impacientarse, ya que imaginaba que en la habitación encontraría su esperada bicicleta.

Cuando entraron, la habitación era grande, espaciosa, bonita, pero no había rastro de la bicicleta. Lo que sí había era un pequeño regalo con una carta de Marc. Como la misma Cristina me contó “Yo iba leyendo la carta y veía que allí me decía muchas cosas, pero en ningún momento me felicitaba”. Así que estaba claro que aquello no era una felicitación. Era algo mejor.

Ilustración de Micrito

Marc le pidió a Cristina que se casaran y lo hizo, nada más y nada menos, que con un anillo de Tiffany.

Deseadles buena suerte a los novios, ¡se casan en septiembre de este año! ¡Felicidades Marc y Cristina!

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